La Catedral de Jaca
La catedral de San Pedro de Jaca hubo de ser para sus contemporáneos una obra tan fascinante como imposible. Y, por eso mismo, la duración de los trabajos sobrepasó con creces un siglo.
La catedral y el nuevo obispado de Jaca surgen al mismo tiempo en torno al año 1063. Considerada una de las primeras catedrales románicas del país, albergó ese año el denominado Concilio de Jaca, con un marcado carácter carolingio y pirenaico, al que asistieron el rey Ramiro, el arzobispo de Auch y ocho obispos de las dos vertientes del Pirineo: los de Urgel, Oloron, Bigorra, Calahorra, Leyre, Zaragoza y Roda. Además del obispo Sancho de Jaca, los abades de San Juan de la Peña, Fanlo y San Victorián, y los dos hijos del rey.
Elegida por los primeros reyes aragoneses como capital del reino por su ideal emplazamiento, Jaca se convertirá rápidamente en un foco cultural del que irradiará el llamado románico jaqués gracias a la vía de penetración cultural que desde el medievo fue el Camino de Santiago. Así, iglesias a uno y otro lado del Pirineo como las de Oloron Sainte Marie o Santo Domingo de la Calzada recogerán influencias del estilo jaqués, plasmadas en el popular ajedrezado o en la imitación de su crismón.
La maestría con que edificaron este armonioso templo de tres naves con tres ábsides y una esbelta cúpula ante el central y el refinamiento con que tallaron los capiteles de las columnas de las dos portadas, la ventana exterior del único ábside original conservado y las del interior de las naves, y el gran crismón de la puerta principal, sobre todo, demuestran que fueron obras de auténticos maestros, aunque anónimos, del arte románico.
Ábside meridional
Considerado como obra excepcional del arte románico, con metopas talladas entre los canecillos. Se representan personas desnudas o vestidas con clámide, danzando una de ellas con una serpiente entre las piernas, símbolo de su sumisión a las pasiones más bajas del instinto. Se aprecian dromedarios, leones y otros animales fantásticos como el basilisco o la áspid, componiendo un bestiario sin parangón en el románico español.
Centrada en el ábside, una ventana con arco de medio punto que se apoya sobre columnitas de capiteles tallados en los que se aprecian un león y una lechuza en vuelo.
Pórtico Sur
Aunque el pórtico es de construcción posterior, es la portada más antigua de la Catedral. En ella se reubicaron ocho capiteles que pertenecían al antiguo claustro.
Destacan dos de ellos: “el sacrificio de Isaac”, del que dice Gaillard “es el más extraordinario desnudo que nosotros conocemos de la escultura románica”. Y “los músicos del rey David”; el conjunto del rey rodeado por once músicos que tocan diferentes instrumentos, “testifican una excelente demostración de la habilidad que el Maestro de Jaca tenía para resolver su difícil composición, logrado de forma magistral”.
Portada principal
El elemento más destacado de la portada orientada al oeste es su tímpano, considerado una referencia ineludible de la simbología animal del arte románico. En él, dos leones antitéticos flanquean un anagrama de Cristo o crismón. Una inscripción en latín que rodea el círculo ayuda a entenderlo: “Si quieres, oh lector, entender esta escultura: la P indica el Padre, la A el Hijo, la doble S el Espíritu Santo. Estos tres son en justicia un solo y mismo señor”. Los dos leones que miran al Crismón levantan una pata. Bajo la del león de la izquierda yace un hombre con una serpiente en la mano. El león de la derecha levanta su pata sobre un oso, que debajo tiene un basilisco. Nuevamente, la inscripción grabada ayuda a entender el significado. A la derecha, Cristo, con figura de león, respeta al hombre arrepentido y pecador –la serpiente- y a la izquierda, Cristo como león fuerte aniquila a la muerte y vence al pecado personificado en el oso. El basilisco representa a la muerte. Todavía una última inscripción en latín que traducimos directamente recorre el dintel: “Si quieres vivir tú, que estás sujeto a la ley de la muerte, ven aquí suplicante, renunciando a los placeres venenosos. Limpia tu corazón de pecados para no morir de una segunda muerte”.
El actual edificio es el resultado de sucesivas reformas, ampliaciones y destrucciones. Así, sobre la base románica se fueron incorporando elementos que respondían a las corrientes estilísticas de cada época: en el siglo XV se construyen varias capillas de estilo gótico; en el XVI el renacimiento deja huellas formidables como la capilla de San Miguel realizada por el italiano Juan de Moreto, o la de la Trinidad diseñada por el escultor romanista Juan de Anchieta.
A finales del siglo XVII se reconstruyó el claustro románico que presentaba un estado ruinoso y se sustituyó por uno de factura barroca que todavía se conserva. En el XVIII se reforman y aparecen nuevos altares y se encarga al pintor Manuel Bayeu la decoración del nuevo ábside que vino a sustituir al original.
La orientación de los templos románicos encierra un profundo conocimiento de la astronomía. Según el estudio de Nilssen sobre 211 iglesias románicas, la pequeña ventana del ábside, litúrgicamente orientada al este, se construía en el punto por donde entraban los primeros rayos de sol el día del santo a quien estaba dedicada la iglesia.
En la Catedral de Jaca se podría comprobar el día 29 de junio, día de San Pedro, cuando un rayo de luz penetraría por la ventana del ábside dividiendo longitudinalmente el templo en dos mitades.
2013 © Pirineum multimedia
Más información en www.diocesisdejaca.org